NUTRICION Y CANCER

El origen de la palabra cáncer no es muy claro pero se cree que se origina de la palabra cangrejo por la similitud cómo este  animal se aferra a las cosas así como el CÁNCER se adhiere a los tejidos.

La aparición de las enfermedades neoplásicas en el hombre son tan antiguas como la historia del hombre mismo, las primeras evidencias datan de la era prehistórica, las cuales fueron recopiladas por medio de la paleopatología, como se observa en el cráneo de Tepe Hissar (Irán) hace 4.000 años antes de Cristo.

La evolución natural de la enfermedad neoplásica suele amenazar el estado de nutricional  del  paciente lo  cual comienza desde  el momento del diagnóstico, cuando el componente psicosocial  (miedo, depresión, la pérdida de los intereses personales o la esperanza, y la ansiedad) inciden negativamente en su ingesta alimentaria, lo  cual  puede perdurar durante el tratamiento y la recuperación.  Es  por  esto  que  la desnutrición se  presenta  como un problema común entre estos pacientes, actuando como  un importante componente de los resultados adversos, que incluye un aumento en la morbilidad y la mortalidad y una disminución en la calidad de vida,  donde  la pérdida de peso ha sido identificada como uno de los indicadores de un pronóstico precario en el paciente.

El  principal  origen de esta  desnutrición se  debe  al  consumo inadecuado de carbohidratos, proteínas y lípidos para satisfacer las necesidades metabólicas  del  paciente  con  cáncer o la absorción reducida de macronutrientes  y  micronutrientes  como  resultado de la falta  de  apetito  (anorexia)  y la sensación de saciedad temprana o  a  efectos  secundarios  del  tratamiento  antineopláscio  (vómitos,  diarreas, cambios en el gusto y el olfato, etc).

Además, el  paciente  con  cáncer  sufre  cambios  en  su  metabolismo como  intolerancia  a  la  glucosa y resistencia a la insulina, lipólisis aumentada y mayor rotación de proteínas de cuerpo entero,  lo  cual  se  refleja  en  un  mayor  gusto  de  estos  pacientes  por  los  carbohidratos (dulces),  disminución  de  peso  con  pérdida  de  las  reservas  grasas  corporales  y  disminución  de  la  masa  muscular (desnutrición),  lo  cual  hace  que este  paciente  sea  candidato  a  no  completar  su  protocolo  de  tratamiento  quimioterápico  o  radioterápico,  disminuyendo  así  sus  posibilidades  de  supervivencia.

Por  lo  tanto  la nutrición desempeña funciones importantes en muchos aspectos de la evolución y el tratamiento del cáncer, el método más prudente y conveniente es la conservación  de  un  estado  nutricional  adecuado  desde el  diagnóstico  de  la  enfermedad   y  durante  el  tratamiento  tanto  con  quimioterapia  como  con  radioterapia,  ya  que  el  metabolismo  del  paciente  con  cáncer  no  es  adaptativo,  esto  quiere  decir  que  puede  aumentar, disminuir o permanecer normal  durante  el  proceso. Las prácticas nutricionales óptimas pueden contribuir a mantener el peso y las reservas nutricionales del cuerpo en pacientes con cáncer, con lo cual se mitigan los síntomas que inciden en la nutrición y se mejora la calidad de vida. Los síntomas de impacto nutricional, son aquellos que impiden la ingesta oral. Esto incluye la anorexia, náusea, vómito, diarrea, estreñimiento, estomatitis, mucositis, disfagia, alteraciones del gusto y el olfato y dolor. El reconocimiento y la detección temprana del riesgo de desnutrición a través de exámenes de detección seguido de una evaluación minuciosa, es reconocido hoy como algo de vital importancia en el desarrollo de normas de calidad del tratamiento en la práctica de oncología.

Por  lo  tanto, las prácticas alimentarias de las personas diagnosticadas con cáncer deben evaluarse en todo el proceso continuo de la atención a fin de reflejar las metas cambiantes de la terapia nutricional. Por  lo  tanto  entre  las  recomendaciones  nutricionales  a  nivel  general  tenemos  ofrecer  al  paciente  comidas  más  completas  a  la  horas  que  éste  tenga  mayor  apetito  (generalmente  en  la  mañana)  apoyando  la  adecuada  ingesta  calórica  a  través  de  meriendas.  También  se  debe  procurar  otorgar  alimentos  con  mayor  densidad  calórica,  es  decir  una  preparación  simple  enriquecerla  lo  más  posible,  por  ejemplo  una  pechuga  de  pollo,  al  agregarle  queso  y  jamón  (cordon  blue)  garantiza  que  aunque  el  paciente  no  consuma  la  totalidad de  la  ración,  al  sólo  consumir  la  tercera  parte  garantiza  las mismas calorías  que  este  alimento  hubiese  brindado  si  sólo  fuese  una  pechuga  de  pollo  a  la  plancha.  Modificar  la  textura  de  los  alimentos  según  sea  el  caso,  líquidos,  de  consistencia  pastosa,  etc;   así  se  reduce  el  tiempo  y  el  esfuerzo  al  comer  y  facilita  la  digestión  en  el  paciente  neoplásico.

Sin  embargo  cabe  resaltar  que  cada  paciente  debe  ser  valorado  individualmente  y  no  tomar  como  regla  las  recomendaciones  generales,  de  hecho  la  suplementación    con  productos  existentes  en  el  mercado  ricos  bien  sea  en  carbohidratos  y/o  proteínas  en  forma  de  aminoácidos,  debe  ser  indicado  por  un  profesional  de  la  salud,  y  nunca  automedicado  por  el  paciente  o  sus  familiares.  Para  estos  casos  existen  profesionales  de  la  salud  altamente  calificados  para  brindarle  la  mejor  asesoría  desde  su  oncólogo  hasta  su  nutricionista.

Si  el  paciente  con  cáncer  emprende  el  camino  de  mejorar  su  calidad  de  vida  accediendo  a  tratamientos  como  quimioterapia  o  radioterapia  la  alimentación  es  su  pilar  fundamental.


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